domingo, 24 de febrero de 2013

Segunda parte de la entrevista


Al fin he realizado las pruebas para la empresa irlandesa. La mañana del viernes al levantarme empezaron a darme taquicardias de los nervios que tenía, no me entraba ni el desayuno sólo de pensar el viajecito que me esperaba. Me arreglé con una camisa de rayas blanca y una falda negra algo entubada. Opté por ir de zapato bajo, porque no sabía si iba a tener que caminar mucho. Ya salí tarde de casa, a las ocho menos veinte, y eso que me levanté a las 6:30 para ir relajada y con tiempo de sobra, no me digáis que hice tanto tiempo porque a mí se me hizo bien corto. Total que me tocó una caminata de más de 10 minutos a la parada y luego un bus a la estación de tren para ir a Madrid.


El tren iba llenísimo, yo con mi bolso de mano, que sí, es muy mono, pero qué incordio, desde luego yo para señorita no valgo. Ya me diréis para qué metí el frasco de colonia, un peine, colorete, lápiz de ojos y rímel, vamos parecía más la de Avon llama a tu puerta que una mindundi que va a una entrevista de trabajo. 

Total, que al llegar a Madrid y encontrarme en Atocha empecé a ponerme nerviosa, tenía el trayecto más que estudiado y sabía perfectamente todos los medios de transporte que tenía que coger para llegar a mi destino. La primera prueba que pasé fue por teléfono, y tenía folios pegados por las paredes como apoyo por si me quedaba en blanco. No me hicieron mucha falta, pero tenía esa seguridad del “por si acaso”. El viernes la entrevista era en persona, también en inglés, pero cara a cara, sin chuletas ni diccionario, ni google translator.


Llegué un poco agobiada con el tiempo, no quería llegar tarde, no da buena impresión. Mientras miraba el reloj cada medio segundo como si fuera a pasar el tiempo más rápido, mi mente estaba siendo bombardeada por pensamientos absurdos “para qué me habré maquillado, ¿eso va a hacer que hable mejor ingles? y tanto tiempo perdido en peinarse, con tanto viajecito y el viento, parece que vengo de hacer paracaidismo...”. Toda esta conversación la estaba manteniendo yo conmigo misma, presa del miedo a lo desconocido y arrinconada por la hora que se me echaba encima...


Cuando me relajé después de andar un poco, ya vi la calle principal y ahí encontré el edificio en el que me esperaba el entrevistador. Como no podía ser de otra forma hice el ridículo antes de pasar la puerta, porque justo fui a la entrada falsa, vamos que debe ser como una salida de emergencia, y yo intentando abrir desde fuera. En fin, estas cosas que sólo me pasan a mí. El edificio era inmenso y lo bordeé hasta que encontré la entrada principal. En recepción me dieron una tarjeta de visita y les pedí ir al servicio, buenoooo eran puertas giratorias que te las tienen que abrir y yo empujando como una loca, hasta que uno que debía ser de mantenimiento, me dijo que esperara, me puse más roja que un tomate... es que hasta incluso le había dado unas pequeñas pataditas por mi impaciencia...



A las 10 en punto vino a buscarme una chico, En el despacho el chico acompañado de su jefa me explicó que era su primera prueba, por lo que su jefa estaba de oyente. En ese momento me relajé, porque seguro que tanto ella, como su jefa estaban más pendientes de la primeriza que de mí... Me explicó todo muy bien y tuve que hacer 3 test.


Al acabar me dijeron que tenía que esperar a que lo corrigiesen porque si no era apta ya no haría la siguiente parte, pero sí que la hice, con lo cual el psicotécnico lo pasé. Para la otra prueba me llevaron a una sala que parecía como de formación y me dijeron que esperase 5 minutos. Los nervios me estaban matando por dentro y notaba como me temblaban las piernas a pesar de que las tenía cruzadas, para evitar precisamente que se notase. El entrevistador se sentó enfrente de mí y cuando empezó a hablar en inglés y me estaba enterando de todo, la calma se apoderó de mí, menos mal. Fue un poco parecida a la prueba que ya había hecho, la diferencia era que esta vez de manera presencial. Contesté a todas las preguntas que me hicieron y a todas las hipótesis que me plantearon.


Salí de allí con una sensación de satisfacción que desconocía, me despedí cordialmente y abandoné el edificio (esta vez por la puerta correcta) así que ya me llamarán si les intereso. Yo salí muy contenta, porque me ha salido todo bien y si no me cogen únicamente será por el idioma, que eso tiene solución en unos meses; ¡a ver qué pasa!


Gracias a todos por el apoyo que estoy recibiendo ;)


Anticipo




Os traigo esto como anticipo de todo lo que se está cociendo, esta noche espero tener listo el post de mi entrevista en Madrid.

Gracias a todos por seguirme, sin vosotros esto no sería posible ;)

martes, 19 de febrero de 2013

La entrevista


Siento la tardanza, a pesar de estar buscando trabajo no os vayáis a pensar que estoy de brazos cruzados, he tenido una semana movidita… Después de retomar mis clases de inglés me siento mejor. Más útil, más cosmopolita, más integrada en este mundo de anglicismos que no deja de girar a toda velocidad. Ian tiene las esperanzas puestas en mí y yo lo veo, aunque tengo un nivel de inglés aceptable y soy capaz de mantener una conversación, no sé si me veo capaz de aprobar el advanced, un conocido examen que te otorga el tener un nivel alto en inglés. Nunca se sabe, lo que está claro es que en este país como no tengas un papel que lo acredite, no tienes nada... (titulitis española...) y, como me dice mi madre: “sin el inglés no vas a ninguna parte”.

Estuve días a la espera de que se fijara la fecha de la entrevista de Irlanda, lo que sabía hasta el momento de la prueba es que sería por teléfono. Cuando ya había perdido la esperanza de que me avisasen esta semana, me confirmaron que estaba convocada para el viernes. Me preparé unas cuantas preguntas generales (con sus respectivas respuestas) que pegué en folios por las paredes de mi habitación para ese día. Estaba tan nerviosa que me olvidé hasta de mi nombre, pero al menos tenía el apoyo de las “chuletas” para salir del paso. No sabía cómo iba a ser la dinámica ni qué tipo de preguntas me harían, pero al ser en inglés no quería verme improvisando demasiado y me puse a investigar por internet "entrevistas tipo", recopilé el mayor número de preguntas que pude y me puse con el diccionario, el traductor y mi conocimiento del idioma de Shakespeare, a redactar.

El viernes por la mañana al levantarme empezaron a darme taquicardias de los nervios que tenía, no me entraba ni el desayuno sólo de pensar en la entrevista por teléfono a las 18h. Daba gracias de que fuera vía telefónica y no por Skype, así al menos evitaba que me vieran la cara de pánico. A pesar de los nervios, yo creo me salió muy bien. Cuando escuché la voz dulce de la entrevistadora al otro lado del teléfono me relajé y me la confianza que tengo en mí misma volvió a mi cuerpo como un flash. El nudo que me ahogaba en la garganta se iba aflojando a medida que iba contestando las preguntas. Fue una conversación distendida sobre mi vida académica y experiencia profesional (que hasta el momento no es demasiada).

¡Tan bien me fue que he pasado la primera prueba! Estoy muy contenta, aunque el trabajo que me ofrece esta empresa no tiene mucho que ver con lo mío, pero no estoy como para decirle que no a una oportunidad de este calibre. Tengo tantas ganas de trabajar y de aprender que no tengo ninguna pega en hacer la maleta e irme. Es una empresa multinacional pero el trabajo sería en Dublín, tengo que pasar una segunda prueba que es este viernes en Madrid, en la central.

Esta vez será en persona, por lo que tengo que olvidarme de los papeles por las paredes y prepararme un “speech” como dios manda, sin teléfono de por medio. Os mantendré informados, espero que no me traicionen los nervios.

viernes, 8 de febrero de 2013

Clases de inglés



Ayer reinicié mis clases -intensivas- en una conocida academia inglesa con la perspectiva de enfrentarme a mi primera entrevista de trabajo en inglés. Al mismo tiempo de retomar mis clases, una vieja amistad del pasado ha vuelto a mi presente. Cuando estaba en el instituto, fui de intercambio a Francia 15 días, y allí estuve en casa de una chica francesa. En la misma casa en la que yo me hospedaba, estaba también una chica holandesa. Nos hicimos bastante amigas en el poco tiempo que compartimos; y ayer me anunció que vendría a España de visita y que le gustaría verme. Nuestra amistad fue forjada en inglés a pesar de habernos conocido en el país galo.


Volviendo a mis clases, llegué antes de la hora y estuve haciendo de portera. Esperaba cerca de la puerta de entrada y el ejercicio que hice en un cuarto de hora, no lo hubiera hecho en toda la semana aunque me lo propusiera, ¡levantarme, abrir la puerta y vuelta a sentarme!,  ya me estaba hartando cuando por fin a las 20,00 horas me metí en el aula (equivocada) y cuando estaba cómodamente sentada, una profe muy amable, me informó que era el aula de enfrente la que me correspondía. 


Cuando entré en la clase me encontré con doce alumnos que ya se conocían entre sí; todos somos españoles excepto tres: una checa de unos treintaytantos años, una francesa y otra alemana, mucho más jóvenes. El profesor es cincuentón, con el pelo blanco y la cara muy rosada, tiene un aspecto muy inglés, se llama Ian. Lo primero que hicimos fue presentarnos. Las chicas jovencitas son au pairs y la checa es profesora todavía no sé de qué.

La clase fue un poco básica y aburrida, le ha faltado ritmo pero para ser mi primer día, no me ha ido mal. Estuvimos haciendo ejercicios de nivel instituto y me llamó la atención que Ian ponía un cd para escuchar la pronunciación y las respuestas de los ejercicios. Me sorprendió la utilización del cd, por profesores nativos. En fin, que cada maestrillo tiene su librillo, pero me imaginaba a mi profesora de lengua manejando un cd para oír la pronunciación correcta en castellano. Repasamos los números y medidas. Conversamos en inglés sobre la posibilidad de hacer unas compras en el mercado y, sinceramente, no he aprendido nada nuevo. Lo mejor, escuchar al profesor y aunque a veces no me enteraba de lo que decía, no fue motivo para desanimarme.


Hicimos un descanso que aproveché para fumar y como no tenía fuego se lo pedí a una compañera a la que había visto cuando esperaba y me tocó abrirle la puerta. Enseguida entablamos conversación, pienso que es la única cosa buena de ser fumadora, que facilita la charla con cualquier desconocido. La fumadora en cuestión era polaca, se llama Angniuska, me pareció majísima y muy didáctica, estuvimos hablando de su trabajo y de sus compañeros españoles. Me comenta que tenemos una peculiar forma de pronunciar la S y gracias a ella aprendí más cosas en el tiempo record de fumarme un cigarro que en las 2 horas que duró la clase.


Le conté que asisto a las clases porque tengo en perspectiva una entrevista de trabajo en inglés y si me seleccionan, tendría que trasladarme a Irlanda. Todavía no sé la fecha de la entrevista y pienso que si no me seleccionan, me volveré a decepcionar porque me he hecho muchas ilusiones. Mientras espero sigo enviando CV.


miércoles, 6 de febrero de 2013

Política y políticos.

No es posible procesar tanta información como la que estamos recibiendo estas últimas semanas sobre la corrupción de la clase política. Lo que más me sorprende es la normalidad con la que todos ellos defienden sus posturas, sin despeinarse y sin dimisiones. Empecinados en demostrar que son honrados pero sin parecerlo y, aunque imputados, siguen cobrando del erario público amparándose siempre en la presunción de inocencia.

La política, tal como parece concebirla nuestros políticos, es el instrumento que les permite llenar no solo las arcas de su partido sino también aumentar su patrimonio y el de sus familias. La actividad que les garantiza un empleo fijo hasta la jubilación incluso una actividad hereditaria, al estilo de la monarquía, avalada por apellidos que en Cataluña, Galicia o Andalucía son de sobra conocidos.

Hubo gobiernos que nacieron de cuotas con paritaria representación y del que formaron parte jóvenes féminas que no tuvieron más mérito y currículum que dedicar su -corta- vida a la política como antes la dedicaban nuestras abuelas en exclusiva a la casa, al marido y a los hijos y no necesariamente por este orden.

Con esta dilatada vida laboral, hoy, una de ellas asesora a directoras ejecutivas de Naciones Unidas como premio a su política igualitaria, otra, ha entrado en la Organización Panamericana de la Salud -de la que España es miembro- por la puerta grande antes de agotar la legislatura del gobierno del que formaba parte. Son retribuidas con salarios insultantes que, actualmente cualquier joven sobradamente preparada nunca percibirá… salvo que se dedique o haya dedicado a la política.

Es curioso que sea la política la única actividad donde no se exige un Currículum Vitae, en donde el dominio de uno o dos idiomas no es indispensable para ejercer la actividad, en donde tu formación académica y trayectoria profesional no es prioritaria ni determinante, en donde los test psicotécnicos no deciden tu futuro, en donde no te juegas tus expectativas en una entrevista personal, en donde las duras oposiciones para cubrir un escaso número de plazas vacantes, no tienen cabida. Basta con fijar nuestra atención en la clase política estatal, autonómica o local para ver que los únicos méritos de, un porcentaje considerable de sus miembros y “miembras”, son  o han sido “trabajar” en política.

Hoy el político profesional vive alejado de la sociedad, vive instalado en su peculiar disciplina de partido que le impide vivir la realidad. El político debería tener fecha de caducidad (ocho años serían suficientes), el político debería venir de un sector de actividad al que pudiese volver cuando terminase su mandato y cobrar el mismo salario que cobraría ejerciendo su profesión y, el que no la tuviese, cobrar el salario medio (que no el mínimo) que le corresponda a la media de los curritos de este país. Con estas premisas quedaríamos escasos de vocaciones de servicio.

Hoy las cuotas no son motivo de preocupación para este gobierno como tampoco lo son la educación, la sanidad, la justicia social, los derechos adquiridos, la destrucción de empleo, el aumento de familias en el umbral de la pobreza, los desempleados ni la fuga de jóvenes al extranjero.

No quiero irme de mi país, no quiero dejar a mi familia, a mis amigos, no quiero que me empujen a buscarme la vida en otro sitio pero no puedo dejar pasar esta oportunidad de presentarme a una entrevista de trabajo que me han  propuesto desde ¡DUBLIN!

viernes, 1 de febrero de 2013

La novela


Soy consciente de que este blog no ha empezado con buen pie. No tengo excusa, me gustaría decir que he estado muy ocupada durante estos últimos siete días pero faltaría a la verdad (que bonita expresión “faltar a la verdad” cuando toda la vida hemos dicho “mentir como bellacos”) lo cierto es que  he pillado un catarro que me ha quitado el hambre y las ganas de escribir. Hoy me siento mejor y con ánimo para reflexionar sobre la importancia de tener una ocupación retribuida que te pague las copas y la ilusión de un piso en alquiler. 

 Estos días he pensado mucho y también he fantaseado con la idea de escribir una novela que se convierta en un fenómeno literario, al puro estilo de J. K Rowling que “sin empleo y viviendo de los beneficios que le otorgaba el Estado, completó su primera novela de Harry Potter escribiendo en un cálido café próximo a un pequeño apartamento sin calefacción en el que malvivía con su hija”. La primera vez que leí esto (¡"sin empleo, desempleada,"!) me impactó; pensaba en lo bien que debía sentirse J. K. dándole una corte de mangas a “los beneficios del Estado” o sea al “paro de los parados” mientras se colocaba entre las quince mujeres más ricas del mundo; ¡ay, lo que yo daría por escribir un Harry Potter del que pudiese vivir antes de estrenarme en cobrar de los beneficios del Estado y de empezar a trabajar!

Cuando era niña, o sea hace poco, yo tenía un cuaderno - azul como el de Aznar- que se titulaba “Cuentos Infantiles” y en el que escribía regularmente relatos inventados. Mis protagonistas eran conejitos, ositos o pollitos abandonados y desamparados que, la mayoría de las veces, vivían  dramas e historias terribles que los convertían en personajes dignos de lástima y compasión. Nada que envidiar a la vida de desempleada de J. K. Escribir novelas me entretenía y me resultaba fácil. Incluso las ilustraba con dibujos que yo misma coloreaba para adornar mis narraciones. He perdido el cuaderno y con ello la oportunidad de publicar mis relatos.

 Me sigue gustando escribir pero ya no lo veo tan sencillo. Ahora soy más lectora que escritora pero no he abandonado mi sueño de escribir una novela. Sobre todo cuando estoy acatarrada.