viernes, 1 de febrero de 2013

La novela


Soy consciente de que este blog no ha empezado con buen pie. No tengo excusa, me gustaría decir que he estado muy ocupada durante estos últimos siete días pero faltaría a la verdad (que bonita expresión “faltar a la verdad” cuando toda la vida hemos dicho “mentir como bellacos”) lo cierto es que  he pillado un catarro que me ha quitado el hambre y las ganas de escribir. Hoy me siento mejor y con ánimo para reflexionar sobre la importancia de tener una ocupación retribuida que te pague las copas y la ilusión de un piso en alquiler. 

 Estos días he pensado mucho y también he fantaseado con la idea de escribir una novela que se convierta en un fenómeno literario, al puro estilo de J. K Rowling que “sin empleo y viviendo de los beneficios que le otorgaba el Estado, completó su primera novela de Harry Potter escribiendo en un cálido café próximo a un pequeño apartamento sin calefacción en el que malvivía con su hija”. La primera vez que leí esto (¡"sin empleo, desempleada,"!) me impactó; pensaba en lo bien que debía sentirse J. K. dándole una corte de mangas a “los beneficios del Estado” o sea al “paro de los parados” mientras se colocaba entre las quince mujeres más ricas del mundo; ¡ay, lo que yo daría por escribir un Harry Potter del que pudiese vivir antes de estrenarme en cobrar de los beneficios del Estado y de empezar a trabajar!

Cuando era niña, o sea hace poco, yo tenía un cuaderno - azul como el de Aznar- que se titulaba “Cuentos Infantiles” y en el que escribía regularmente relatos inventados. Mis protagonistas eran conejitos, ositos o pollitos abandonados y desamparados que, la mayoría de las veces, vivían  dramas e historias terribles que los convertían en personajes dignos de lástima y compasión. Nada que envidiar a la vida de desempleada de J. K. Escribir novelas me entretenía y me resultaba fácil. Incluso las ilustraba con dibujos que yo misma coloreaba para adornar mis narraciones. He perdido el cuaderno y con ello la oportunidad de publicar mis relatos.

 Me sigue gustando escribir pero ya no lo veo tan sencillo. Ahora soy más lectora que escritora pero no he abandonado mi sueño de escribir una novela. Sobre todo cuando estoy acatarrada.

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