Siento la
tardanza, a pesar de estar buscando trabajo no os vayáis a pensar que estoy de
brazos cruzados, he tenido una semana movidita… Después de retomar mis clases
de inglés me siento mejor. Más útil, más cosmopolita, más integrada en este
mundo de anglicismos que no deja de girar a toda velocidad. Ian tiene las
esperanzas puestas en mí y yo lo veo, aunque tengo un nivel de inglés aceptable
y soy capaz de mantener una conversación, no sé si me veo capaz de aprobar el
advanced, un conocido examen que te otorga el tener un nivel alto en inglés. Nunca se
sabe, lo que está claro es que en este país como no tengas un papel que lo
acredite, no tienes nada... (titulitis española...) y, como me dice mi madre: “sin el inglés no vas a
ninguna parte”.
Estuve
días a la espera de que se fijara la fecha de la entrevista de Irlanda, lo que sabía hasta el
momento de la prueba es que sería por teléfono. Cuando ya había perdido la
esperanza de que me avisasen esta semana, me confirmaron que estaba convocada
para el viernes. Me preparé unas cuantas preguntas generales (con sus respectivas
respuestas) que pegué en folios por las paredes de mi habitación para ese día.
Estaba tan nerviosa que me olvidé hasta de mi nombre, pero al menos tenía el
apoyo de las “chuletas” para salir del paso. No sabía cómo iba a ser la dinámica ni qué tipo de preguntas me harían, pero al ser en inglés no quería verme improvisando demasiado y me puse a investigar por internet "entrevistas tipo", recopilé el mayor número de preguntas que pude y me puse con el diccionario, el traductor y mi conocimiento del idioma de Shakespeare, a redactar.
El viernes
por la mañana al
levantarme empezaron a darme taquicardias de los nervios que tenía, no me
entraba ni el desayuno sólo de pensar en la entrevista por teléfono a las 18h. Daba
gracias de que fuera vía telefónica y no por Skype, así al menos evitaba que me vieran la cara
de pánico. A pesar de los nervios, yo creo me salió muy bien. Cuando escuché la voz
dulce de la entrevistadora al otro lado del teléfono me relajé y me la confianza que tengo en mí misma volvió a mi cuerpo como un flash. El nudo que me ahogaba en la garganta se iba aflojando a medida que iba contestando las preguntas. Fue una conversación distendida sobre mi vida académica y experiencia profesional (que hasta el momento no es demasiada).
¡Tan bien me fue que he
pasado la primera prueba! Estoy muy contenta, aunque el trabajo que me ofrece
esta empresa no tiene mucho que ver con lo mío, pero no estoy como para decirle
que no a una oportunidad de este calibre. Tengo tantas ganas de trabajar y de aprender que no tengo ninguna pega en hacer la maleta e irme. Es una empresa multinacional pero el trabajo sería en
Dublín, tengo que pasar una segunda prueba que es este viernes en Madrid, en la
central.
Esta vez será en persona, por lo que
tengo que olvidarme de los papeles por las paredes y prepararme un “speech”
como dios manda, sin teléfono de por medio. Os mantendré informados, espero que no me traicionen los nervios.
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